Hacer una instalación es preparar un lugar para que pueda ser utilizado por el usuario de una manera determinada. El espectador será elemento indispensable de la obra. Es él quien acciona su mecanismo y será él quien la dote de significado. Lo que pretende el artista de instalaciones es vencer la ilusión de las artes visuales y poner a los espectadores ante hechos en lugar de ante artificios. Por lo cual inferimos que una instalación artística es un conjunto de elementos plásticos colocados en lugares específicos escogidos por el artista.
¿Por qué una instalación?. Busco que el espectador abandone momentáneamente el lugar físico en el que se encuentra y viaje a través de sus recuerdos y deseos. Busco que el individuo que contempla la obra medite sobre su propia experiencia, sobre su propia ausencia.
Lo bello se puede considerar aquello que nos produce placer estético debido a que podemos entender lo que observamos. Sin embargo, lo sublime es la belleza desbordada, una belleza extrema, capaz de arrebatar al espectador a un éxtasis más allá de su racionalidad. El mar nos muestra esas dos caras a través de la diferenciación entre su superficie y su profundidad. Aparentemente en calma, el mar puede mostrar verdaderas tempestades en sus entrañas.
El mar, su sonido y su imagen, siempre me fascinó. Aquí he considerado el mar como metáfora de la memoria, el mar como lugar donde esconder nuestros miedos y dónde poder enfrentarnos a ellos. El mar como refugio y como enemigo de aquello que creíamos olvidado. Mar en calma o embravecido. Como superficie o como el mayor de los precipicios. La luz o la más tenebrosa de las oscuridades. El mar como lugar donde escondemos nuestras ausencias o donde nos reencontramos con ellas…
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