


Te detienes, observas. Aquello que se presentaba inmóvil, exánime parece mostrarnos una imagen diferente. Retrocedes, permaneces atento y comienza a resurgir la forma desde aquello que parecía sin llegar a ser. Comienza el movimiento y dos ritmos te golpean, entran y salen de escena mientras compiten destinos que se presentan enfrentados entre si pero que a la vez convergen en una sola reflexión: la que aporta el individuo activo dentro del espacio.
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