La finalidad de mi viaje era alejarme de los recuerdos, para poner fin al tormento de un secreto encerrado en mi corazón. La travesía fue larga y difícil, pues el velero sufrió graves daños durante una tempestad que lo sometió a una dura prueba.
El mar es como la vida. Hay profundidades abisales y superficies serenas. Rodea islas, lame escolleras, tienes diferentes voces, unas tranquilizadoras y otras inquietantes.
Observando el mar desde tierra firme, como hice yo, simboliza una fuerza misteriosa que parece llamarnos para consolarnos y relatarnos las aventuras de lo desconocido.
Surcando los mares, el hombre tiene la impresión de estar recorriendo un sendero azul, sobrenatural, donde es posible recuperar la propia identidad.
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